EL GALÁCTICO, PIRÁTICO Y ALIENÍGENA VIAJE DE MI PADRE
- Redacción Viceversa
- 22 sept 2020
- 2 Min. de lectura

Escrito por Neil Gaiman
Ilustrado por Skottie Young
Publicado por Rocaeditorial
Recomendado para aquellos que no tiene límites para su imaginación
Este es un relato de humor en clave de ciencia ficción. También es una historia de aventuras, de exploradores, de fampirros, pirañas, extraterrestres y de una búsqueda imposible. La búsqueda de una leche.
Esta historia es protagonizada por un padre, quien afronta una serie de odiseas para poder llevarle a sus hijos la leche para sus cereales y, de paso, para su té. Eso es lo último coherente que encontrará el lector, después de eso lo que se encontrará es una serie de encuentros y desencuentros, cada uno más desternillante e inverosímil que el anterior. No hay aquí nada verosímil… y sin embargo, sin embargo, al final se queda un regusto dulce en los labios, una pequeña posibilidad de que las cosas si, de que las cosas si hubieran podido pasar de esa manera en la que es narrada y no de ninguna otra.
Por supuesto, la narración de Gaiman (El autor de Coraline, de American Gods, de El libro del cementerio) es conocida por ti, pero aún así te sorprende con los giros que da a cada momento, porque de alguna manera llegas a pensar como lector que tu podrías haber escrito esa historia, que te la pudiste haber inventado en el patio de recreo. Y tal vez, tal vez tengas razón.
Por otro lado, como si el delirio de Gaiman no fuera suficiente, cada página se encuentra acompañada por las divertidas ilustraciones de Scottie Young, quien parece desafiar las leyes de la perspectiva, se burla de los libros de vampiros para adolescentes y dibuja muchísimos y variados tipos de afilados dientes y púas y cosas que sirven para desgarrar y torturar.
El resultado de la unión de este par es El galáctico, pirático y alienígena viaje de mi padre, que no se puede soltar hasta que se termine y que una vez terminado se tiene que volver a agarrar porque a uno le parece increíble lo que acaba de leer. Ningún escritor ni dibujante deberían tener derecho a provocar tanta risa en los lectores.
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