TODO LO QUE DESEAS PUEDE PASAR
- Natalia Posada Ocampo
- 20 abr 2020
- 5 Min. de lectura

Ilustración de Mariana Molina
Odio el colegio. Sobre todo, al maestro Ahmad. Es una persona detestable. Me hizo perder un año de colegio y creo que tiene algo contra mí. Tal vez cree que vengo de una secta satánica o algo así.
A decir verdad, no está muy lejos de la realidad. Vengo de una familia de hadas. Tenemos trabajos muy divertidos y conmovedores. Uno es disfrutar de nuestra vida con nuestros poderes y el otro es que si fuiste una mala persona deberás de cuidar de los que no pueden hacerlo a sí mismos... Todas las hadas tienen un poder diferente, ¡todas, excepto yo!
En fin… Un día como cualquier otro llegué a la escuela. El profesor no se encontraba en su escritorio, presentí algo malo.
- Ojalá se enferme para que no venga hoy -, dije.
- Tienes razón, esa cara de limón es horrible. – Respondió uno de mis compañeros de clase.
- ¡Que risa! Solo le falta lo amarillo. – Contesté, sin saber las consecuencias que mis palabras crearían.
Un rato después llegó el Sr. Ogrossus, y como lo dice su nombre es un ogro. Literal. Es por esa misma razón que nadie lo toma en serio.
- Jóvenes, silencio por favor. Hay un mensaje que dar, su maestro no vendrá en el día de hoy, nos comentó que se siente muy mal.
Sinceramente no me importó, me ha hecho la vida imposible. Sin embargo, uno de nuestros compañeros dijo que le lleváramos una donación de dinero para que se sintiera un poco mejor. Decidí ir, no quería ganarme más problemas con él, tal vez se contentaría conmigo y haría la buena acción del día, aunque no tuviera muchas ganas. Eso era lo que creía…
Llegamos a su casa, timbramos y la puerta se abrió lentamente.
- Pasen, pasen. – Gritó desde adentro.
Entramos y al ver su cara todos los estudiantes gritamos a coro:
- Alá aleje de ti todo mal, ¡oh, maestro!
Mmm, algo raro está pasando aquí, tal vez sea una coincidencia que hoy nombré la cara amarilla del profe y ahora la tiene de ese color. Traté de hacerme creer eso, aunque supiera que había una razón para todos estos sucesos.
¡Se veía demasiado mal! Su cara era tan amarilla como un plátano recién cosechado. Cuando le hicimos entrega del dinero recolectado para él, le pregunté:
- Dime maestro, ¿cómo te sientes?
- Pues la verdad muy mal. Mi estómago no está recibiendo alimentos y mi cara es desagradable.
- Oh, que mal me siento por ti.
Creo que mientes. Desearía que te saliera algo doloroso, no sé, un absceso, o algo así, pero que te duela. Pensé.
Llegué a mi casa un tanto confundido.
- Hola madre. Hoy pasó algo muy extraño. – Dije.
- Claro que sí, pero cuéntame que ha pasado. – Preguntó.
Le conté a mi madre la coincidencia de hoy. Estaba petrificada y sorprendida.
- ¡¿Madre que ocurre?! – Pregunté.
- Eres el portador del poder. – Respondió.
- ¿Cuál poder? Pregunté.
- En cada década nacen muchas hadas, pero solo una de ellas es la portadora del poder. Lo que tú me dices son síntomas jamás antes vistos. Ahora tienes un poder, este se activa en algunos momentos, en realidad no lo puedes controlar. Y puedes provocar daños severos. – Dijo.
- Oh no. ¿Cómo cuáles?
- Pues las cosas que piensas a veces se pueden volver realidad.
No, no, no, ¿por qué me pasa esto a mí?
- No te asustes cariño todo va a estar bien. – Esa fue la frase que escuché y escuché hasta quedar dormido como un bebé.
Los días pasaron con la incertidumbre de no saber que podría ocurrir. Nada extraño volvió a suceder hasta que un día vi al maestro Ahmad con un gran absceso en su mejilla, recordé lo que había deseado hace muchos días y me asusté. Estuve preocupado todo el día y todos me preguntaban el porqué de mi situación, no quería hablar. El profesor fue a la barbería y le cortaron la mejilla para vaciarle su absceso y su boca quedó hendida.
Al día siguiente había una excursión con el odiado maestro. Desearía que no fuera profesor. No llevábamos nada porque no creíamos que tardaríamos mucho.
¿Por qué con él?, ¿no podía ser otro maestro?
No encontrábamos el camino de vuelta y llegamos a un pozo. El señor Ahmad dijo que bebería primero, empezamos a bajarlo lentamente, pero la cuerda se rompió. El maestro gritó fuertemente:
- ¡Engendros del demonio!!!
Todo esto es mi culpa. Yo no quería. Soy una mala persona…
Corrí, estaba muy asustado. Mis compañeros se alejaban más y más hasta que perdí su rastro. Un hombre con cabello verde claro se me acercó y repitió mi nombre varias veces.
- ¿Quién es usted? – Pregunté.
- Soy el guardián de las hadas de esta ciudad, debes venir conmigo.
Me llevó a un lugar apartado lleno de flores. No supe que ocurría hasta que comenzó a hablar:
- Tus poderes han causado angustia y dolor en el mundo humano. Es por eso que debes pagar y cuidar de un ser humano menos válido. A ti te toca el señor Ahmad Gaddaf, es maestro de una escuela de esta ciudad.
- No puede ser. ¿El señor Ahmad es ahora un menos válido? Por favor perdóneme, no sé cómo controlar mis poderes.
- Escuche joven, ese no es mi problema, la ley es la ley y usted la ha infringido, así que deberá cuidar del señor Gaddaf. Cuando pasan este tipo de cosas las demás personas no se pueden dar cuenta de que usted es un hada y ayuda a los demás, así que lo debo empequeñecer para que no lo vean y poder cumplir con su trabajo.
- ¿Y mi madre?
- Su señora madre será informada y la podrá visitar todos los domingos. Su cuerpo se amplificará en tamaño automáticamente cuando la visite. Pero en la semana deberá proteger al menos válido.
Y así sucedió. El señor Ahmad fue sacado del pozo y ahora mendiga en una calle muy transitada. Yo lo vigilo y ayudo a recolectar dinero. Miro como está su salud y lo cuido de infecciones. Hoy en día su boca está hendida y está lisiado por mi culpa. En cuanto a mi madre está muy triste porque no me pudo ayudar cuando podíamos encontrar una solución. Al final de cuentas el señor Ahmad Gaddaf no era una persona tan mala y nunca mintió, solo era estricto y no permitía las excepciones. Me arrepiento mucho de todo lo que le deseé y pude comprender que nunca puedes querer el mal en alguien más, porque todo lo que deseas puede pasar.
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Este cuento está basado, tangencialmente en HISTORIA DEL MAESTRO DE ESCUELA LISIADO Y CON LA BOCA HENDIDA, un cuento dentro de las Mil y una noches. Así mismo, fue originado en el II Taller de cuento, que tuvo lugar del 3 de febrero al 5 de marzo.
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