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LA BOCA HENDIDA DEL MAESTRO VÍCTIMA DE UNAS RATAS EDUCADAS

  • Valeria Sierra
  • 22 abr 2020
  • 3 Min. de lectura

Ilustración de Maia González

Hace trescientos años un maestro inflexible, adusto y riguroso, se intentaba ganar la vida en un colegio, en el que había aproximadamente ochenta niños y más de dos mil gusanos que salían por las grietas de las paredes. Sus límites eran demasiados ceñidos. Es más, sus niveles de exigencia desbordaban los estándares y su empatía ni siquiera existían.


El profesor se quedaba todos los días vigilando meticulosamente los movimientos de cada niño, pero notaba que cada que se ocultaba el sol y la pesada jornada por fin se terminaba, la mayoría de los niños se desvanecian con la neblina que había.


Un día, llegó el profesor, y como acostumbraba, pasó por cada pupitre; muchos estaban ya podridos por la humedad que se sentía en el salón de clases. Además, se percibía un olor como a pantano o aguas quietas, que ya en su superficie tenía moho, presentando también una textura espesa y color verde vómito.


Todos los estudiantes al verlo se quedaron petrificados. El profesor tenía su calva incipiente llena de sudor que se derramaba también por encima de sus gruesas cejas; los labios extremadamente finos estaban demasiado pálidos, sus ojos con las venas brotadas y su cara toda amarillenta.


Uno de los niños al estar tan asombrado, no dudó en levantar la mano y decirle al maestro que en realidad se veía demacrado, es más, demasiado enfermo. El profesor siguió caminando, giró suavemente su cuello, el cual desprendió un sutil sonido parecido a cuando un tenedor se desliza sobre un plato de porcelana; después, volteó a mirar por encima del hombro al niño, quitándole toda importancia a lo mencionado por él.


Pasaron los días, y el profesor empezó a quejarse de manera frecuente; los alaridos en mitad de clase eran aún peores que cuando las almas en pena del infierno están siendo torturadas; ya todo el salón estaba aturdido y cansado de lo que pasaba a diario, así que decidieron ser solo un poco solidarios con la cabeza de ajo. Entre todos recaudaron algunos pesos para dárselos, y que así con esto pudiera por lo menos comprar algo de medicina o un poco de comida.


El muy sabio profesor se aprovechaba de la situación, lo que los niños veían en él no era más que un descontrol en su tiroides, por lo normal le solía suceder, pero esta vez le había dado pereza tomar las pastas y hasta le fue mejor, pues estaba dinero sin ni siquiera mover un dedo para trabajar.


Lo que él no sabía era que los niños, al caer la noche, se convertían en pequeños roedores parásitos, con pelos largos untados de las aguas residuales que corrían a lo largo de las alcantarillas.


Estas ratas educadas se escondieron por más de 2 años todas las noches a ver cómo el profesor comía y al otro día cuando ellos llegaban resplandecientes, engominados y con los zapatos lustrados, él empezaba a quejarse, al punto de deslizarse en el asiento, aparentando irresistibles dolores que no eran ciertos.


Los niños decidieron nunca comentarle lo que veían, ni siquiera le reclamaron por un solo centavo, pero las cuentas las tenían que ajustar. Un día, antes de que saliera el sol y las ratas fueran niños otra vez, lo abordaron en manada; con los dientes llenos de residuos callejeros le arrancaron las uñas de los pies, y hasta que no vieron sangre no pararon. Le pasaban la cola mojada de aguas negras por la boca, y los oídos y algunas otras ratas le arrancaron pedazos de piel dejándole heridas en carne viva. El sol todavía no salía, pero ya era suficiente para el profesor. Las ratas se fueron y lo dejaron tirado en el piso entre la humedad y los pupitres podridos. Las moscas llegaron y se postraron en sus heridas, y así estuvo hasta que la señora del aseo lo encontró al otro día.


El profesor no falleció, pero estuvo un largo tiempo hospitalizado y enormemente estresado porque no tenía idea alguna de cómo iba a pagar todos los procedimientos que le hacían.


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Este cuento está basado, tangencialmente en HISTORIA DEL MAESTRO DE ESCUELA LISIADO Y CON LA BOCA HENDIDA, un cuento dentro de las Mil y una noches. Así mismo, fue originado en el II Taller de cuento, que tuvo lugar del 3 de febrero al 5 de marzo.

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