COSMÓPOLIS
- Juan Simón Cordoba
- 2 may 2020
- 7 Min. de lectura

Ilustración de Isabella Arias
Mi historia empieza en otra galaxia llamada Andrómeda a 2,5 millones de años luz de la Tierra, en un nuevo Sistema Solar que llamábamos El circulo de Aquirídion, donde existía un Mega, que es lo que ustedes podrían definir como un planeta joviano, o sea extremadamente grande. Imagínense a Júpiter ahora mismo, ahora imagínenlo dos veces más grande que él mismo. ¿Gigante no lo creen? Por eso era un gran lugar de comercio para hacer negocios y por eso sus habitantes, llamados ciber-humanos, denominaron a su planeta Cosmópolis. Sus habitantes tenían formas humanas, pero eran más peculiares que nosotros. Si ustedes han visto Tron: El legado sabrán que los ISO son en realidad esta misma especie, pero se preguntarán ¿por qué se llaman distinto?, ¿por qué estos son de un videojuego y los otros no? Bueno esa es otra historia para contar. Como el planeta era tan grande había sobrepoblación, mas los comerciantes de los planetas distintos, toda la calle siempre mantenía en un éxodo, pero ya basta de hablar sobre mi planeta, ahora quiero que escuchen mi historia…
Como el planeta era tan inmenso y con sobrepoblación a cada maestro le tocaban cincuenta estudiantes, pero como yo vivía en Cosmocity, o sea, la ciudad más grande de todas (piensen en Tokio y multiplíquenla por 12 veces, sé que suena imposible, pero así de grande era mi patria querida). Tal vez en muchas partes de este inmenso planeta les tocaba cincuenta estudiantes por docente, pero en esta ciudad no. Normalmente a cada profesor le tocaban cien o ciento cincuenta estudiantes, pero como mis enseñanzas eran tan costosas y exclusivas, solo se permitía en mi salón ochenta estudiantes. Claro que en su planeta tal vez esto de tener ochenta niños malcriados en sus manos sería una verdadera exageración, pero aquí, por el contrario, era un milagro tener tan pocos. En fin, ser profesor de ochenta granujas no era fácil. No se imaginan, este trabajo era agotador. Cuando llegaba a casa (si podía) me daban ganas de apagar mi núcleo de vida por algunos siglos y nunca volver a ver a esos mocosos, pero igual, al fin al cabo ese era mi trabajo, y aunque a veces (casi siempre) me daban ganas de nunca volver a pararme de mi capsula de sueño amaba ser profesor. Igual era muy riguroso con ellos. Les exigía incluso quedarse después de las apariciones de los astros lunares y les daba golpes de electroshock con mi bastón hasta que se desmayaban del dolor. En fin, para ellos era una tortura venir a clases durante 12 horas, 9 de los 10 días de la semana.
Hasta que un día todo cambió…
Llegue a la clase como un día normal en su miserable vida; llegué al salón, y todos los alumnos, todos, me miraban asombrados, como si me hubiera convertido en excremento de flug (animal parecido a una vaca), pero no les puse mucha atención entonces empecé mi clase como siempre lo hacía:
- Empezad, oh, granujas insufribles, que es hora de trabajar
Pero mi alumno estrella, llamado Morrow, se me acercó y me dedicó estas palabras de temor:
- Oh, Santa Madre de los creyentes, profe pareces moco de glumber (antigua especie verde y babosa con un moco amarillo de lo toxico), anda ya a ver un médico porque creo que tienes una contaminación de la matriz daxial. Vete, oh, gran maestro, que yo cuidaré de los chicos.
Sabía de lo que estaba hablando el inmundo ese. Se decía que los síntomas no llegan hasta que tenías tu disco completamente amarillo, y tu cara como los míticos libros que afirmaban que el Sistema Solar de los humanos tenía un sol amarillo, pero eso era imposible porque el de nosotros era naranja. En fin, con los pelos de punta me monté a mi speed-racer (el automóvil flotante de nuestra ciudad) y me fui directo para el centro de atención de discos (CAD). En fin, siempre iban ahí miles de almas sufridas, y aunque yo pagaba el servicio de atención más caro, pude llegar al laboratorio de análisis en unas 5 horas esperando atención, y cuando al fin me llegó el momento de la verdad, me dijeron que los resultados eran negativos. Se me pusieron los pelos de punta. Cuando volviera a clase les iba a dar a todos cinco minutos de electroshocks subiéndolos a mi electromáquina que me deja torturar a todos los niños juntos, pero en ese momento me llego mi fly wach (reloj inteligente) avisándome que disponía de un aumento de 5.000 créditos nuevos (los créditos son dinero) diciéndome, además, en un mensaje que me mejorara; que mientras tanto ellos se iban a ocupar de la clase y que como yo siempre les apoyaba cuando estaban enfermos ellos iban a hacer lo mismo conmigo. Entonces fui a mi casa y saludé a mi esposa y a mis dos hijos, que estuvieron todo el día en el jardín infantil, y le conté la situación a Luis Fer uno de mis mejores amigos. Él me dijo que me debía de aprovechar de la situación, que no todo el mundo se gana plata sin tener que ir a trabajar. Decidí entonces todos los días del mes reportarme enfermo. Todo iba bien hasta que un día sorpresivamente me quedé con la boca hendida…
Ese día, como muchos otros, me reporté con enfermedad hepática crónica, es decir, que decía que seguía con ictericia y que no tenía apetito. Pero no era verdad, a las seis de tarde me estaba comiendo un huevo cocinado y no me acordaba que ese mismo día mi alumno vendría a casa para entregarme el informe y mi esposa estaría de compras con mis hijos. Escuché entonces el timbre del apartamento e inmediatamente me acordé del compromiso y me embutí el huevo para que mi estudiante no se diera cuenta que estaba fingiendo, pero en ese momento tan crucial, por lo bien retrasado que era, no me acordaba que el huevo siempre tenía químicos que no soportaban el exceso de agua digestora (saliva), lo que me empezó a quemar tanto, que sentía como mi boca se estaba derritiendo, quemándome horriblemente. Al verme así, el estudiante aterrorizado me levantó del sillón y me llevó a la cocina, obligándome en el fregadero a lavarme la boca con agua oxigenada para que el absceso creado con la quemadura no se aumentara más. Luego, me llevo rápido al CAD para que me trataran. Sin embargo, aunque sentí que los procesos avanzaban bien, nunca se pudo arreglar el daño causado en la estructura exterior de mi disco. Así fue como quedé con la boca hendida; pero este no fue el único evento trágico en mi vida. Ahora les explicaré como quedé lisiado.
Luego de un tiempo de estar en éxtasis (reposo) regresé al colegio más riguroso que nunca. Al principio todo el mundo me miraba raro por mi muevo rostro, pero luego de unos cuantos corrientazos mis alumnos se ajustaron a mi nueva cara. Los seguía incluso después del colegio como hobbie, para que no se encontraran con gente peligrosa en The local trade center, el principal centro de comercio de la ciudad, donde habitan toda clase de personas. Uno de esos días que estaba vigilándolos me di cuenta de que uno de ellos iba hacia the neighborhood, el más peligroso barrio de la ciudad. Obviamente lo detuve antes de que entrara y lo llevé a su casa. Es impresionante lo que puedes sabes de esas criaturas infernales. En fin, también en el colegio les enseñaba miles de cosas y les entregaba talleres tan largos que les hacía utilizar el descanso para que los completaran. Una de las cosas más importantes que les enseñé, y la cual me dejó lisiado, fue que cada vez que estornudara ellos tenían que dejar todo lo que estuvieran haciendo, cruzarse de brazos y decirme:
- ¡Bendición! ¡Bendición!
Y yo les respondía
-¡Y con vosotros el perdón! ¡Y con vosotros el perdón!
En fin, sé que a veces me sacaban de quicio, pero adoraba a esos mocosos, y ya aprendí mi lección de no aprovecharme de los papás que trabajaban muy duro. En cambio, hacía que cada crédito (plata, dinero) que invertían en la educación de los niños mostrara resultado, para que algún día estos niños se vuelvan unos excelentes hombres y unos grandes comerciantes.
Un día como muchos, me dio por ir a dar una caminata con mis estudiantes, pero esta vez quería llevarlos más lejos de lo normal, haciendo una caminata por la ladera para examinar algunos materiales de minerales y de flora y fauna de la montaña. Esta vez subimos hasta la mega antena de la ciudad que emite una onda que da la posición de tu disco. Por seguridad, hay 4 antenas en cada límite de la ciudad, pero quise irme por la del lado norte que está en la montaña más alta de la Mega. Así que cuando llegamos estaba completamente mamado. No quería dar ni un paso más. Entonces me puse a explorar el terreno y encontré un pozo de agua. Debido a la desesperante sed no me di cuenta de que estaba en limpieza y como en esos casos usan una sustancia supremamente toxica era peligrosísimo estar sacando agua de ahí. Así que sin pensarlo dos veces cogí la cuerda metálica y yo de tarado, sin darme cuenta de que había muy poquita agua ahí y que había un olor raro, le pedí a mis estudiantes que por favor me agarraran de la cuerda y que me bajaran al pozo y de repente, ¡achis!, estornudé y mis alumnos cruzaron los bazos y dijeron:
- ¡Bendición! ¡Bendición!
Pero en ese caso no les pude responder, ya que me caí, aunque por la poca profundidad no me alcancé a ahogar, pero me rompí mis dos piernas y las manos y me desnuqué la cabeza, y no sé por qué, en lugar de estar parados ahí, gritando aterrorizados como unos retrasados no me ayudaron. Por suerte, un grupo de drones que hacía guardia en la antena para que no sufriera daños me identificó e inició el proceso diskrouten1845, que era el proceso para informar a la unidad de emergencias médicas (UEM) para acudir a mi ayuda.
Gracias a Krishna no me morí, pero el daño provocado por el humo en mi disco era irreparable, lo que impedía que me pudieran regenerar mis articulaciones. Jamás me pude recuperar de ese golpe. Entonces por los daños causados nunca pude ejercer mi cargo otra vez y como la pensión solamente es para las personas mayores de dos siglos, y yo solamente tenía un siglo no se me habilitaba ese servicio; así que tuve que mendigar durante casi un siglo para poder alimentar a mi familia ya que el salario de mi mujer era dedicado para la educación de mis dos hijos.
Gracias por escuchar mi historia.
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Este cuento está basado, tangencialmente en HISTORIA DEL MAESTRO DE ESCUELA LISIADO Y CON LA BOCA HENDIDA, un cuento dentro de las Mil y una noches. Así mismo, fue originado en el II Taller de cuento, que tuvo lugar del 3 de febrero al 5 de marzo.
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