top of page

BÚSQUEDA POR TAGS: 

POSTS RECIENTES: 

SÍGUEME:

  • Facebook Clean Grey
  • Twitter Clean Grey
  • Instagram Clean Grey

EL INSOMNIO OBSERVANTE

  • Pablo Gallego
  • 26 sept 2020
  • 3 Min. de lectura

Natalia Posada


Al no dormir uno aprende muchas cosas, llega a analizar tanto del mundo exterior como interior, a preguntarse sobre uno mismo… de lo que escucha y lo que cree que sabe, de cómo nuestros sentidos y conocimientos nos llegan a engañar.


Llegó un punto en mi vida donde me dejó de dar sueño, mi cabeza no paraba de dar vueltas entre distintas ideas, situaciones y demás. Durante semanas pude conocerme, aprender del mundo que nos rodea. Ya se me empezaba a ver muerto durante el día, yendo a todas partes con ese minado tan particular y esas ojeras que me ocupaban la mayoría del rostro. Todos veían el insomnio como algo malo, mi salud se afectaba y ya no me veían igual. Mientras tanto yo veía una oportunidad en la que llegué a conocer este lugar tan maravilloso, la noche, en donde reina el silencio y la oscuridad, donde no hay nada que ver ni escuchar, donde en verdad estás solo. Mis noches se habían convertido en el mejor momento del día, donde podía reflexionar, aprender de todo sin tener que ver nada, no tenía que escuchar el ruido de mi celular y mucho menos a la gente hablar, era tranquilidad total. Hasta que dejó de ser así, se volvieron estas luchas, la constante tensión y el miedo. Esto llegó una noche normal, ya llevaba meses durmiendo unas pocas horas, estaba acostumbrado a todo el ambiente. El silencio inundaba mi cuarto, apenas pasaban las doce de la noche; fue entonces que escuché algo que se movía del otro lado de mi ventana, en ese mismo instante sentí un frío que ascendía por mi columna y me dejaba inmóvil, sin ser capaz de voltear a mirar hacia la ventana me quedé el resto de la noche petrificado hasta ver los primeros rayos de luz asomarse por mi persiana. La siguiente noche fue aún peor, pues ahora más temprano oí como se abría un poco la puerta corrediza de mi armario, volví a quedarme inmóvil, sentía el sudor frío caer por mi cuerpo mientras yo seguía quieto mirando a la pared.


Así pasaron varios meses con incontables encuentros en los que sentía como me observaban, sentía como había algo ahí, pero nunca me atrevía a mirar, las noches se volvieron una tortura, tuve que empezar a tomar diferentes pastas y medidas para acabar con estas, pero nada funcionaba.


Hasta que llegó esa madrugada en la que sentí el verdadero terror. Llevaba unos cuantos días sin haber escuchado o sentido a nadie conmigo, pero tenía que volver, yo pensé que estaba listo para enfrentarlo, pero nada me habría preparado para lo que vi. Todo parecía tranquilo, me despedí de mis amigos en redes, apagué mi teléfono y me cubrí con mi cobija hasta el pecho, pues estaba lloviendo e intenté dormir, pero esta iba a ser otra noche larga. Empecé a pensar en mi colegio, en mí, lo que en verdad quería, hasta que escuché un trueno y vi como se apagaban las luces de la calle. Así, la única luz que entraba a mi cuarto era la de la luna. Fue ahí que todo se volvió más oscuro, casi no veía dentro de mi habitación, pero eso solo era el inicio, unos momentos después volví a escuchar las tejas afuera de mi ventana, justo como el primer día, esta vez me levanté rápidamente a mirar, pero no había nada. Volví a acostarme, ahora inquieto, incapaz de cerrar mis ojos hasta para parpadear, pues sabía que algo venía. Empecé a escuchar como algo se movía en mi techo, como se enterraba algo fuertemente en la madera. Aún no lograba ver nada, hasta que la luz de un rayo me reveló la abominación que tenía encima, esta criatura peluda, con patas y torso de una araña, bañados en una sustancia mocosa, con un rostro antropomorfo con piel desgastada, sus ojos casi blancos mirándome fijamente. Escuchaba como la criatura se movía lentamente sobre mí, pero repentinamente volvió el silencio.

Entradas recientes

Ver todo

Komentarze


© 2020 por ALEJANDRA DIAZ Y DANIEL NESSIM 

 Creado con Wix.com

bottom of page