SENTIR LA BRISA EN LOS LABIOS
- María Antonia Peláez
- 1 feb 2021
- 3 Min. de lectura

Un día tuve esta conversación con mis amigos por videollamada (ojo, notar el “videollamada”): “¿se acuerdan cuando comíamos juntos en la mesa del colegio? ¿se acuerdan cuando nos saludábamos de beso?, ¿se acuerdan?, ¿se acuerdan? ...” Qué horrible, parecemos viejos de 80 años riéndonos de las pendejadas que hacíamos de jóvenes. Y es que, por si no lo habían notado, estamos viviendo una pandemia que ha sido combatida con cuarentenas y demás. Debido a esto, la vida como la conocíamos cambió drásticamente (ahora parezco viajera del tiempo). En nuestra actual normalidad está normalizado el miedo y las muertes, mientras es escaso el tacto y el sol, parece la descripción de un apocalipsis… ¡bienvenidos a la nueva normalidad!
Los humanos son criaturas sociables con costumbres llevadas a cabo en comunidad. Socializar con compañeros de trabajo o estudio entre semana, comer un viernes con amigos, ir a perrear los sábados, e ir a misa y almorzar con la familia los domingos: todas estas son actividades parte de la vida diaria del humano promedio. Sin embargo, estas fueron reducidas a nada durante la cuarentena estricta. Obvio, muchos se quedaron en casa con sus familias, pero extrañar a los amigos era inevitable. Ver a tus familiares y amigos a través de la pantalla se volvió la norma, se volvió la norma la impotencia de no poder estar frente a frente, escuchando sus risas directamente de sus bocas a tus oídos, viendo el brillo de sus ojos y la paz que nos generaba estar cerca de ellos. Y ahora, aunque estemos más cerca de vez en cuando, solo vemos la mitad de la cara de nuestros amigos, todos olemos a alcohol glicerinado, y las salidas deben terminar antes de lo planeado. No podemos invitar mucha gente, algunos se deben quedar atrás en las 4 paredes de sus casas que hoy en día se sienten como una cárcel.
Pero yo considero que no todo de la pandemia fue malo, es más, fue el mejor año para muchísimas personas. Las familias más divididas fueron obligados a juntarse, fueron obligadas a caerse bien, por lo menos por un momento del día. Las fiestas y el “vicio” eran un escape para muchos, y se vieron forzados a sanar las heridas de sus hogares. Algunos papás trabajaban tan duro, que no tenían tiempo de ver a sus hijos, y en toda esta cuarentena debieron pasar hermosos momentos juntos. Algunos matrimonios estaban a punto de quebrarse, pero lograron recuperarse pasando tanto tiempo encerrados. Muchos estábamos tanto tiempo solos con nosotros mismos, que logramos entendernos un poco más. El 2020 no solo dejó pérdidas.
No obstante, nadie debe negar las terribles condiciones en las que está el mundo ahora mismo. Además del cambio de nuestras costumbres, la pandemia ha traído millones de muertos, de trabajo incansable para el personal médico, de desempleo, de pobreza, de hambre, de desinformación, y todo eso hace parte de la “nueva normalidad” que nos quieren vender. Qué pena con ustedes, pero, yo no quiero que siga siendo parte de mi vida ver muertos por tal enfermedad en las noticias. El trabajo incansable de los médicos no puede durar para siempre, la crisis económica no puede durar para siempre. El hecho que nos hayamos acostumbrado a ver y a oír todas estas cosas horribles, a estar encerrados, a ver clases virtuales, a ver a los amigos de vez en cuando, NO significa que deba ser nuestra vida para siempre, y esa es la mentalidad que todos deben tener.
Aunque en este artículo solo este dando mi opinión, la “nueva normalidad” que nos intentan vender se está metiendo con la esencia del humano. Recuerden, recuerden por favor, lo buenas que eran nuestras vidas antes de que todo esto pasara (incluso si no eran perfectas). Recuerden los pequeños detalles, como respirar el aire fresco, abrazar a quien te diera la gana, oler a perfume y no a alcohol, ver la sonrisa de la gente caminando por las calles. Recuerden lo bien que se sentía el sol y el tacto humano, y recuerden que de esta vamos a salir todos juntos, algunos más fuertes, otros más débiles, pero por favor no se acostumbren a esta realidad tan fría en la que estamos.
Comments