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UN ESFUERZO QUE VALIÓ LA PENA

Fotografías: Daniel Mantilla.

Muchos de nosotros tenemos una vida y tranquila, con muchos más lujos de los que necesitamos, sin nunca aguantar hambre; nos quejamos porque a nuestro parecer nadie tiene que pasar por situaciones tan difíciles como las que enfrentamos en nuestra vida. Sin embargo, déjenme contarles la historia de un gran hombre, y luego podrán reflexionar sobre si su vida es tan dura como ustedes consideran que es.


Este hombre se llama José Alfredo Valanta Colonia, es una gran persona que ha logrado salir adelante a lo largo de su vida para poder estar hoy en el lugar donde se encuentra. Es una persona al que todos sus compañeros quieren y respetan, ha luchado y pasado por situaciones a las que muchos de nosotros renunciaríamos en la primera semana, y ha salido victorioso de manera honesta y sin recurrir a actos violentos para subsistir. Esto lo hace un verdadero guerrero y lo que llamamos una verdadera persona de bien.


José nació en Suarez, Cauca, un pequeño pueblo de Colombia con poco menos de 18656 habitantes. En ese mismo lugar su madre murió, cuando José apenas contaba con un año de edad, por lo que no alcanzó a conocerla. Pero, hasta el día de hoy, José dice que daría lo que fuera por devolver el tiempo y pasar más tiempo con ella. En ese pequeño pueblo del Cauca, José se crio con sus diez hermanos y su padre, con quienes le tocaba compartir cuarto en su casa debido a que no había más donde acomodarse. Ellos no tenían acceso a servicios esenciales como el agua, la luz o el alcantarillado, por lo que les tocaba muy duro y se les dificultaba su vida diaria. Así, en muchas ocasiones les tocaba ir por el agua y cargarla en baldes hasta su casa, rutina que tenían que repetir a diario. En este momento ya se puede empezar a ver un tipo de violencia que afectó a José, la violencia estructural. Ésta puede ser entendida, de acuerdo a Johan Galtung, un sociólogo noruego, como un tipo de violencia indirecta presente en la injusticia social. En este caso, esto se da por la falta de algunos bienes como la vivienda diga, pues no puede ser aceptable que diez personas convivan en un cuarto que está diseñado tan sólo para tres; por otro lado, la ausencia de bienes esenciales como el agua, la energía y el alcantarillado, es también una forma de violencia estructural.


Los hermanos Valanta estudiaron el Suarez. José describe su ambiente de estudio, no como un lugar rico o bien adaptado para brindar una buena educación, aunque tampoco como un lugar aburridor, debido a que tenía muchos amigos con quienes le encantaba jugar fútbol, coger frutas, buscar nidos de pájaros, ir a pescar en los riachuelos, jugar yoyo, trompo y canicas en los recreos, y en el poco tiempo libre que le quedaba todos los días.


De pequeño José era adicto al fútbol, se moría por él, por verlo, por jugarlo, por tener un balón en sus pies y poder patearlo. Este era su más preciado y amado pasatiempo, aunque desafortunadamente no podía practicarlo con frecuencia debido a la obligación que tenía de trabajar con su papá, quien era agricultor. Así, José sembraba maíz, frijol, plátano, y ayudaba a trabajar la tierra y cuidar de los animales de la finca en que trabajaba su papá. Esta es una de las cosas que más le desagradaban de su infancia, que no podía llegar como otros niños a dormir después de estudiar, dormir o descansar. Al contrario, tenía que llegar a trabajar junto a su padre, labor que le quitaba la mayor parte de su tiempo libre.

En este caso, retomando a Galtung, José estaba siendo sometido a una violencia estructural, puesto que se está ejerciendo una injusticia social sobre él, cuando no podía jugar y debía trabajar. En este caso, se está violando además un derecho de su niñez, el de tener un descanso y esparcimiento; a vivir en condiciones de bienestar y un sano desarrollo integral.


Allá, en Suarez, mientras José era niño, hubo un período de violencia, de pandillas, donde muchachos llegaban y se adueñaban de sectores públicos como la cancha de fútbol, que tanto le gustaba a José, lo que también lo privaba como ciudadano al derecho de usar áreas públicas. Cuenta que el motivo de estas acciones por parte de las pandillas, se debía a que querían hacerse sentir poderosos o por encima de los demás, por lo que si alguien no era parte de ellos lo agredían. A José esto le generaba mucho miedo, pues ya en una ocasión una de esas pandillas lo había cogido por equivocación, pensando que se trataba de otra persona. Aunque lo dejaron ir, el temor quedo con él.


Pero en verdad José no salió ileso de esa situación, él fue agredido algunas veces por gente desu barrio, pero no sin causa alguna, sino como consecuencia de su rebeldía, “yo era demasiado cansón”, ya que molestaba a los mayores, por lo que ellos lo cogían, le pegaban “cocachos”, y le pegaban en general.


Años transcurrieron, y situaciones como esta y otras, como tener que trabajar y no tener tiempo para él, lo llevaron a tomar la decisión de dejar el colegio y su familia; abandonar todo lo que conformaba su hogar, y partir en busca de una nueva vida a la edad de 14 años. Ésta a ventura lo llevó a Cartago, una pequeña ciudad de Colombia, donde consiguió trabajo como cuidador de cerdos y terneros. En este momento, José ya no tenía contacto con su familia, con un adulto que se hiciera responsable de él, y dejó por completo la educación. Así, se dedicó solo al trabajo para poder subsistir por su cuenta, lo que le quitaba todo su tiempo, privándolo, no solo del estudio, sino de tiempo libre para su recreación. Cosa que lo afectó fuertemente. Aunque logró vivir dos años aislado, decidió volver a tener contacto con su padre para hablar con él.


A pesar de que no fueron sus papás, sino él quien decidió irse, su historia tiene alguna semejanza, se puede asociar, con el libro No comas renacuajos, de Francisco Montaña, debido a que José, al igual que los niños del libro, tuvo que trabajar al mismo tiempo que estudiaba para poder subsistir. Incluso tuvo que dejar de estudiar, al igual que la hermana mayor del libro, por la necesidad de trabajar, razón por la que no pudo jugar o hacer lo que le gustaba en su infancia, de la misma manera en que Héctor y sus hermanos en el libro, lo que lo privó de una infancia tranquila y un sano desarrollo infantil.


José, a diferencia de los personajes del libro, quienes tomaron la horrible decisión de suicidarse porque no podían más con sus vidas, logró salir adelante a pesar de la violencia estructural presente en su vida, así como de los derechos que le fueron violados, como vivir en familia, en condiciones de bienestar, a la educación y al sano desarrollo integral, entre otros. De esta manera, gracias a su esfuerzo y lucha continua, hoy se encuentra donde está, viviendo en la capital del Valle, donde tiene un muy buen empleo en el Gimnasio la Colina, lugar donde sus compañeros y niños lo quieren; donde se destaca por su esfuerzo de hacer del colegio un lugar más bonito, limpio y organizado. Así, aunque no logró su sueño de ser futbolista o mecánico, logró ganarse el corazón de Ximena, la directora del colegio, y el de sus compañeros.

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