Ilustración de Daniela Puerto.
Una niña de 13 años cuidaba a su hermanita mientras sus padres salían a una fiesta. No llovía hace semanas, pero esa noche el cielo se desató con una tormenta eléctrica. Las gotas de lluvia golpeaban como piedras en el techo y la luz de los relámpagos era lo único que iluminaba la noche. Ella mandó a su hermana a la cama alrededor de las 9:30, sin embargo, ella decidió ver televisión al no poder dormir. Se sentó a ver la T.V en su sillón reclinable con una manta, hasta que se fue la energía. Se dio la vuelta en su asiento hacia la gran puerta de vidrio y vio caer la lluvia, deseando con todas sus fuerzas que acabara esa tortura. Se sentó allí durante un rato, cuando de repente notó una figura extraña caminando hacia la puerta. Su rostro era irreconocible y ella solo veía la gran silueta de lo que parecía un hombre cada vez más cerca a la luz de cada relámpago. Ella se sentó allí mirando mientras él la miraba. Entró en pánico. No pudo moverse. No pudo pensar, ¿quién era ese hombre y qué quería? Pronto se dio cuenta de lo que quería cuando lo vio sacar un objeto brillante de su abrigo. Pensando que era un cuchillo, aterrorizada, se puso las sábanas sobre la cabeza esperando que solo fuera una pesadilla, sin mencionar que con cada relámpago la chica se imaginaba el hombre, se sentía observada, sin escapatoria. Después de unos 10 minutos se quitó las mantas y vio que él se había ido. La niña sintió alivio hasta que comenzó a preguntarse a donde había ido. Luego llamó a la policía. Examinaron afuera en busca de huellas, pero no encontraron ningún rastro. Dos policías entraron a su casa para hablar con ella y notaron unos grandes charcos de agua que conducían a la silla donde estaba sentada. Los policías llegaron a sus conclusiones e inmediatamente le dijeron a la niña que tenía mucha suerte, porque el hombre que vio que la estaba mirando no estaba parado afuera, él estaba de pie detrás de ella y lo que vio fue su reflejo.
Después de esto revisaron el cuarto de su hermana…