Ilustración de Quentin Blake.
Pasaba por mi sala y me acordé de mi colección obsesiva de libros e historias que escribió Roald Dahl, un novelista del Reino Unido del siglo XX que, básicamente, construyó mi infancia con sus conocidos deleites literarios hechos de la mano del ilustrador Quentin Blake. Entre sus obras más famosas se encuentran: The witches, Matilda, Charlie y la fábrica de chocolates, El gigante bonachón (The BFG), Los cretinos y AguTrot, entre otras. Junto a uno de mis compañeros, igual de obsesionado que yo, formamos una colección de un total de 14 novelas escritas por él y luego fuimos descubriendo cosas maravillosas que hizo a lo largo de su vida. Un claro ejemplo de ello es la sensacional manera en la que cuenta su vida de forma literaria en las increíbles novelas: Boy (relatos de infancia) y Volando solo, novelas en las que cuenta su infancia y su paso por la juventud y la adultez.
Sus cuentos son dirigidos a todo público y por lo general tienden a tener un lenguaje fácil de comprender para niños de edades cortas, sin perder su complejidad literaria. Debido a esto, muchas instituciones educativas han usado sus historias para planes lectores, talleres de lectura, etc. Pero esa sólo es una de sus caras. Compañeros de trabajo y amigos de su infancia expresaron que era muy malhumorado y maleducado, y que antes de hacer cuentos infantiles se dedicaba a las historias para adultos; esto provocó que muchos padres de la época se preocuparan cuando iba a lanzar su primer libro infantil, James y el melocotón gigante, un cuento que le contaba a sus hijas antes de dormir, pero que en sus primeros borradores tenía referencias racistas y al uso de drogas, al igual que Charlie y la fábrica de chocolates. Además, Stephen Roxburgh, un joven escritor, contó en una entrevista que le había sugerido a Dahl cambiar la visión que tenía de las mujeres en la novela Las brujas, debido a que las mujeres de la historia eran de carácter malvado o bien eran brujas, pero Roald Dahl no le dio importancia a la sugerencia y contestó: “No tengo tanto miedo como tú de ofender a las mujeres”.
Sin embargo, a pesar de estos reclamos y que pudiera ser una mala persona, sus relatos de terror, comedia y fantasía no dejan de sorprendernos en cada letra, sílaba, palabra, oración, párrafo, texto, página y hoja que leemos.
* Publicado por primera vez en la Edición No. 14 de Viceversa en su versión impresa.