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HANNAH ARENDT


Imágenes y edición de Daniela Puerto.

HANNA


Johana Arendt nació el 14 de octubre de 1906 en Hannover, Imperio Alemán, pero luego cambió su nombre a Hannah Arendt. Hannah fue una filósofa y teórica política alemana y judía. Al ser judía durante un periodo en que Alemania discrimina a los judíos, ella y su esposo deciden ir a los Estados Unidos. En Estados Unidos, Hannah consigue un trabajo como profesora en una Universidad. Sin embargo, muchas cosas cambiaron para ella cuando publica el libro Eichmann en Jerusalén: Un reporte de la banalidad del mal. Debido a este trabajo, muchos de sus estudiantes, familiares y amigos deciden dejar de ir a sus clases, alejarse de ella y, en sí, piensan diferente de ella. Esto debido al contenido del libro, pues en él no se refiere a los nazis como “monstruos” insensibles de cabeza fría que querían acabar con la humanidad, sino que habla de ellos como ella vio a Eichmann, como simples personas incapaces de pensar por sí mismas. Otra cosa que le molestaba mucho a las personas, y en especial a la comunidad judía, de la cual era parte, es que ella habla de la posibilidad de que diferentes líderes judíos hubieran sido pagados para revelar la ubicación de sus compañeros.


La banalidad del mal


Años después de la Segunda Guerra Mundial, una organización judía atrapa a un funcionario del partido Nazi llamado Adolf Eichmann, responsable directo de la solución final, principalmente en Polonia, y de los transportes de deportados a los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. A Eichmann lo llevan a la corte, en una audiencia con espectadores de todo el mundo, entre todos estos, Hannah Arendt, quien fue llevada por The New Yorker. Arendt, entre todas las personas, una judía, se da cuenta de algo, Eichmann no muestra señales de antisemitismo, ideales nazis o daño psicológico. Durante toda la audiencia Eichmann se muestra como una persona completamente normal, sin resentimiento ni odio, lo único que mostraba era incapacidad de pensar por sí mismo. Todo el mundo quería ver a Eichmann como un monstruo, un psicópata, pero lo único que obtienen es un hombre común y corriente que decía solo seguir órdenes. A pesar de no obtener el monstruo que querían, Eichmann es mostrado al mundo como uno. Pero Arendt decide mostrar la verdad, que Eichmann era normal, terriblemente normal. Eichmann solo era un hombre que fue producto de su época. Al mostrar esto la sociedad rechaza sus ideas, pues no querían creer que una persona normal podría llegar a cometer actos tan crueles. En contraste, Arendt expone la idea de que todo el holocausto, toda la discriminación a los diferentes grupos, fue debida a la incapacidad de pensar de las personas, pues si las personas no piensan por sí mismas, son incapaces de darse cuenta de los males que hacen.


En esto radica en la obediencia ciega a la autoridad, el cumplir órdenes sin importar lo que sean ni lo que puedan implicar. Por tanto, los nazis solo seguían ordenes, por tanto, no consideraban que tuvieran ninguna responsabilidad sobre lo sucedido.


Los experimentos de Milgram y Zimbardo


Se ha observado que las personas tienden a seguir órdenes en muchas situaciones sin detenerse a pensar en las consecuencias de estas, ni en detenerse, aunque puedan hacer algo al respecto. Para demostrar esto se han hecho varios experimentos, pero uno que destaca es el llevado a cabo por Stanley Milgram, denominado “Estudio del comportamiento de la obediencia”. En este se lleva una persona del común, un voluntario, al cual se le paga un dinero de forma posterior. En el experimento se involucran dos personas: el voluntario y un cómplice del investigador. Al principio los roles son distribuidos por el investigador, predeterminados, a pesar de que el voluntario no lo sabe. Así, el voluntario siempre será el maestro y el cómplice el alumno. El alumno se sienta en una especie de silla eléctrica, esto con el fin de que el maestro lo pueda castigar con cargas eléctricas cada vez que se equivoque; también, cada vez que el alumno sea castigado el voltaje subirá para aumentar el castigo. El estudiante debía aprenderse ciertos patrones de memoria, y el maestro debía evaluarlo. Cada vez que el maestro castigaba al alumno este gritaba por los choques (a pesar de que estos no eran reales y solo eran actuados por el cómplice). Antes de efectuar el experimento, Milgram predijo que nadie llegaría a usar la carga máxima, pues pararían apenas vieran el sufrimiento del alumno, pero se equivocó. La mayoría de voluntarios usaron la carga máxima en diferentes partes del mundo. Después de unos años de hacer el experimento Milgram resume: “Los aspectos legales y filosóficos de la obediencia son de enorme importancia, pero dicen muy poco sobre cómo la mayoría de la gente se comporta en situaciones concretas. Monté un simple experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente porque se lo pedían para un experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los fuertes imperativos morales de los sujetos (participantes) de lastimar a otros y, con los gritos de las víctimas sonando en los oídos de los sujetos (participantes), la autoridad subyugaba con mayor frecuencia. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento del estudio.”


Por otro lado, Philip Zimbardo condujo otro experimento. con el fin de probar como el ambiente externo, en este caso, el ambiente de una prisión,influye en una situación. Se obtuvieron varios voluntarios a los cuales se les asignaban roles de cautivo y guardia. Ambos recibían uniformes dependiendo de su rol, Zimbardo dio una instrucción a los guardias: “Podéis producir en los prisioneros que sientan aburrimiento, miedo hasta cierto punto, podéis crear una noción de arbitrariedad y de que su vida está totalmente controlada por nosotros, por el sistema, vosotros, yo, y de que no tendrán privacidad... Vamos a despojarlos de su individualidad de varias formas. En general, todo esto conduce a un sentimiento de impotencia. Es decir, en esta situación tendremos todo el poder y ellos no tendrán ninguno”2. Después del primer día los guardias le reportaron a Zimbardo que los prisioneros estaban exaltados por el uso de una media de nylon, que empleaban para simular que los rapaban, pero los prisioneros protestaron sobre el uso de esta, así que los guardias lo tomaron como la forma que emplearían frente a posteriores disgustos. Zimbardo solo les dice que es su cárcel y que hagan lo que crean necesario. Después de varios días lo guardias se habían vuelto mucho más agresivos. Pero lo peor sucedía por las noches, pues Zimbardo se iba a dormir y los guardias sabían esto, así que se volvían agresivos físicamente y humillaban de formas muy diversas a los cautivos. Al despertarse Zimbardo veía las atrocidades que hacían los guardias. A pocos días del experimento este fue cancelado. Muchos de los participantes quedaron con traumas psicológicos.


En conclusión, el entorno alrededor de cada persona, siendo su época o las personas que la rodean, pueden influir en el actuar y las decisiones que toman. Por tanto, en el caso de los nazis, estos se veían influidos por el mundo en el que vivían; así, si la gran mayoría tenía estos ideales nazis, las personas se veían influidas por este pensamiento y muchos de ellos lo seguían sin pensar mucho en las acciones que cometían en cumplimiento de estos ideales. No podemos olvidar que en muchos casos nos comportamos como animales que siguen de forma ciega la jerarquía.

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