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UN SER HORRIPILANTE


Ilustración de Maia González


Estaba en la gran casa de un hombre. Nunca había salido de su cuarto, podría decir que era mío también. Lo observaba a él día y noche, era mi única y poco interesante ocupación, considerando que este no era un ambiente muy animado. Además, no era común que James leyera, se podría decir que yo me había apoderado de su biblioteca. Hace un tiempo este lugar era limpio e iluminado, pero ya parecía que lo único vivo ahí era yo. Las únicas veces que había visto a James sonreír en mucho tiempo era en las fotos que tenía con otras personas en la mesa al lado de su cama.


Ese día todo comenzó a tomar un mal aspecto cuando noté que James tardaba demasiado en regresar a su cuarto. Para mi conveniencia, dejó la puerta medio abierta, un comportamiento atípico en él. Aproveché y finalmente salí. Su casa era hermosa, tenía mucha luz natural y me pregunté por qué alguien viviría encerrado en la oscuridad teniendo una casa tan maravillosa. Estaba tan distraído por la casa, que me tardé en notar la presencia de alguien más en la casa, una mujer mayor, asumí que era la madre de James. Había tensión en el ambiente, pero la mujer parecía preocupada. Entre palabras y más palabras lo escuché mencionar: “Una maldita araña del tamaño de su mano”, decía que era horripilante y le aterrorizaba esa cosa. ¿De qué estaba hablando? No lograba entender a qué se refería. Acaso era yo ese ser horripilante, ¿acaso era yo una cosa, acaso yo aterrorizo a James? Todo parecía oscuro de nuevo. Un terror… no logro entender qué hice mal, pensaba que los monstruos eran los que causaban terror. Lo último que escuché fue a la madre de James desesperada, entre lágrimas pidiéndole a su hijo que buscara ayuda. No sé para qué necesitaba ayuda, pero en este punto ni siquiera importaba.


Después de la visita de la madre de James no hubo más presencia humana en esta gran mansión durante tres semanas y dos días, incluso él retiró las fotografías de su escritorio. También comencé a notar que James se hacía daño, cosa que nunca entenderé del ser humano. Pasaban los días y cada vez James parecía más un zombi, en otras palabras, un alma muerta. Ni la vida de James ni la mía, la vida de un ser horripilante parecía tener sentido, pero había una pequeña diferencia entre nosotros, yo nunca me dañaría a mí mismo por más aterrorizante que sea. Los humanos dicen ser tan inteligentes, pero yo dudaba eso cada día más. Finalmente, James decidió acabar con su vida, algo bastante macabro, diría yo. Sin embargo, no era suficiente para él. Cuando compró sus pastillas, también compró veneno, litros de veneno para asegurarse que yo moriría con él. Ahora yo me preguntaba, ¿quién era el ser horripilante?

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