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COWBOY BEBOP


Ésta es la historia de una leyenda. Cowboy Bebop es uno de los animes más icónicos de toda la historia. Su éxito se centra en tres aspectos: argumento, personajes y música.

El argumento de Cowboy Bebop es sencillo. Un grupo de cazarrecompensas que viaja a bordo de una nave espacial, la Bebop. Al principio son sólo dos, Spike y Jet, pero a medida que van transcurriendo los capítulos, un perro y dos personas más se unen a las aventuras, y desventuras, de esta forma de vida. Sobre todo, porque en algunas ocasiones el hambre apura, y hay que pagar por usar las puertas hiperespaciales y el combustible, mientras se evaden balas y se pagan informantes, además de los múltiples daños que realizan en sus persecuciones. Los tripulantes de la Bebop son vegetarianos por economía antes que por elección.


Los personajes de Cowboy Bebop son complejos, y gran parte de su riqueza se halla en la forma en que se relacionan entre ellos. Aunque Spike es el alma del grupo, Jet es su corazón, y le rompe el alma la tristeza infinita que Spike trae con él. Como contrapunto se encuentra Faye, una ludópata incurable y bellísima; Ed, una hacker casi andrógina e increíblemente valiosa; y, por supuesto, Ein, un perro con una inteligencia casi sobrehumana. Toda la tripulación transmite una melancolía infinita. Esa melancolía que ilumina con belleza todo aquello a lo que se acerca.


En Cowboy Bebop no se puede desdeñar la música, es un personaje más, es una presencia casi constante, es una cuerda que pone a vibrar todos los demás elementos y una de las razones más poderosas de la serie. ¿Ves esa hermosa nave roja que parece un zancudo? Se llama Swordfish, y no se sostiene en apariencia sobre el espacio o el cielo azul; no fue dibujada en papel o computador; lo que la sostiene, lo que hace que se eleve, y tú te eleves con ella, es la música de Yoko Kanno que vibra con el sonido del jazz; un jazz duro, violento, ácido y vibrante, que se queda en tus huesos y que no deja de resonar en tu cerebro cuando empiezas a escucharlo. Esa nave que se aleja, que tiene como único tripulante a uno de los hombres más tristes del mundo, un hombre que se enfrenta a una de las bandas más peligrosas de todo el Sistema Solar –no del país, no del mundo, sino de todo el Sistema Solar- vuela sostenida por la música de Yoko Kanno.


Podría extenderme a lo largo de horas hablando de los diversos detalles de este anime. Podría detenerme en la rosa del primer capítulo; esa rosa que aparece antes del intro; podría detenerme en esa canción, cantada en un idioma imposible que resuena mientras Spike cae desde lo alto de una catedral junto a un montón de vidrios –un ojo mirando al pasado, un ojo mirando al futuro. Ambos de colores diferentes-; podría hablar de ese enfrentamiento final y de ese último bang que te rompe el corazón. Podría referirme a todo ello, pero no lo haré, te invito a vértela, a escuchar la música, a amar a ese grupo de desharrapados que tripulan la Bebop, a que nos detengamos en un pasillo y tatareemos juntos esa canción que es The Real Folk Blues.


Si lo has notado, esta no es una reseña, es una carta de amor.

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