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Fotografía de Pablo Gallego.
“El testigo” de Jesús Abad Colorado es una exposición de fotos acerca de los más de 50 años de violencia en Colombia, y más que una exposición es una obra de arte. Desde el principio, octavo y noveno consideraron esta ida al museo como una simple salida pedagógica, es más, incluso mandaron un taller acerca de las fotografías; la mayoría estaban ahí solo para saltar clase. Sin embargo, apenas entramos a los cuartos donde estaban exhibidas las fotos, el sonido abrumador de la ciudad fue devorado por un doloroso silencio tan intenso, que incluso nuestras risas y conversaciones cesaron de inmediato. Se sentía como un silencio de luto. Recuerdo perfectamente la primera foto, un espejo roto con balas alrededor del mismo. La siguiente era en Portete, Guajira, de una calle agrietada donde los paramilitares agredieron sexualmente de varias mujeres wayuu. Así empezó un recorrido de casi 3 horas mostrándonos el sufrimiento de millones de personas durante 50 años. Jesús Abad tiene una habilidad impresionante para expresar lo que está pasando y los sentimientos presentes en ese momento perfectamente a través de las fotos; pareciera como si sus ojos fueran cámaras y su cerebro la memoria. Este hombre invitaba a que te quedaras 5 o 10 minutos observando los pequeños detalles de la foto, descifrando las expresiones, entendiendo los sentimientos e intentando sentir el dolor de esas personas. Sus fotos definitivamente no eran gráficas, no eran llenas de sangre ni cosas a las que les quisieras voltear la mirada; eran interesantes, difíciles, dolorosas, tristes, trágicas, momentos únicos, hermosas, artísticas. Por otro lado, lo que hace hermosas a estas imágenes es la intimidad que incluyen: los momentos más difíciles de las vidas de miles de personas, sus familias y sus caras llenas de dolor, te sientes como alguien cercano a estas víctimas, te dan ganas de reconfortarlas y decirles que todo va a estar bien.
Al ver esta exposición, me sentía personalmente excluida, sentía que todo este dolor y sufrimiento de tanta gente había sido escondido por el gobierno y los medios de comunicación, ya que la mayoría de las situaciones mostradas en las fotos solo fueron pequeñas noticias de un día. A medida que avanzaba en la exposición, me sentía cada vez más y más pequeña en este país, a pesar de que tengo mucho más que la gran mayoría; qué contradictorio, pero es verdad. La pequeña población de Colombia que vive sin las preocupaciones mostradas en las fotos no tiene ni idea de que es lo que está pasando en el país, pero lo lidera. Vivimos en una Colombia injusta y dolida, nosotros, los niños bendecidos, afortunadamente podemos ver estas situaciones en fotos y no vivirlas de verdad. Sin embargo, es importante ser conscientes de la situación en nuestra patria, agradecidos de lo que tenemos y ayudar como podamos a quienes no tienen. En conclusión, muchos otros estudiantes y yo damos las gracias a Jesús Abad y a nuestros profesores por abrirnos a una realidad a la que somos totalmente ajenos, pero es parte del territorio en el que vivimos y en el que nos estamos criando día a día.