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EL INCREÍBLE NIÑO COMELIBROS


Fotografía de Juan Sebastián Murillas

Escrito por Oliver Jeffers

Publicado por Fondo de Cultura Económica

Recomendado para lectores voraces de todas las edades y para los desganados también

Disponible en la Colección Junior de la biblioteca Rosario Casas.


Un devorador de libros, como sabrás, es una persona profundamente apasionada por la lectura. Puedes reconocerlo porque su morral, repleto de volúmenes, suele pesar más que el resto, sobre todo si se encuentra afiliado a una biblioteca pública; siempre tiene un separador de lectura a la mano y si te lo topas en un parador de buses o en la fila de un banco, lo verás con las narices metidas dentro de un tomo gordo. Algunos devoradores de libros son bastante tímidos y silenciosos, y su refugio por excelencia son las páginas de una magnífica novela; mientras que otros son extrovertidos y les encanta hablar sobre lo que están leyendo. Pero lo más importante es que un devorador de libros nunca está solo, siempre está acompañado de una buena historia.


El increíble niño comelibros, de Oliver Jeffers, es un cuento sobre la pasión por los libros, una pasión que te puede traer muchas alegrías pero que corre el riesgo de agotarse si no sabes manejarla. El libro nos cuenta la historia de Enrique, un niño inocente y desocupado quien de la noche a la mañana, y solo por curiosidad, empieza a devorar literalmente, mordisco a mordisco, las páginas de un libro. Palabra por palabra, frase por frase, el niño engulle novelas, enciclopedias, atlas diccionarios y todo ejemplar de biblioteca que se le atraviese; así hasta volverse un goloso insaciable. Enrique come y come libros de toda clase atiborrándose de obras que expanden su conocimiento e incrementan su inteligencia hasta niveles insospechados. Al final este chico es capaz de sobrepasar a sus profesores, de resolver crucigramas interminables y de encontrar solución a los problemas más enrevesados. Pero el conocimiento siempre está en movimiento y es así como un día, indigestado de tantas palabras y tantos datos, Enrique colapsa y empieza a vomitar toda la información que había almacenado con tanta voracidad.


¿Quieres saber cómo termina esta historia? Acércate a la biblioteca Rosario Casas y devora este hermoso libro; te encantarán sus coloridas ilustraciones, sus vistosas palabras y quizás no te aguantes las ganas de darle una sabrosa mordida. Pero cuidado, piénsalo dos veces antes de hincarle el diente, pues al terminar de leerlo habrás descubierto que el placer más auténtico que nos otorga la lectura es el de compartir con otros los tesoros que ella nos regala.

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