Foto de Katherine Puerto
Escrito por Mark Z. Danielewski
Bordados a cargo de Atelier Z. Regina Gonzalez, Claire Kohne, Michele Reverte
Publicado por Alpha Decay
Recomendado para todos aquellos que disfrutan una buena historia
Este relato gustará a todos aquellos que toman riesgo.
Aquellos que toman el riesgo de enamorarse.
Aquellos que toman el riesgo de escuchar una nueva banda.
Aquellos que toman el riesgo de ver una película diferente, completamente diferente a las que suele ver.
Aquellos que se detienen un momento, abren la página de un libro y se sumergen en ella sin contemplaciones.
Aquellos que no tienen miedo a pensar.
Leer a Danielewski es un riesgo constante, porque es uno de los constructores de libros más complejos y exigentes que he conocido. De hecho, digitalizar los libros de Danielewski es casi imposible porque están tan llenos de filigranas que se corre el riesgo de dejar algo por fuera, o romper algo. Una idea o una neurona. Algo corre el peligro de quedar por fuera y engendrar otra cosa. Una puerta a otras dimensiones o una quimera extraña o un gobierno amable. Cualquier cosa podría suceder.
La espada de los cincuenta años no es la excepción. Esta es la historia de una reunión. Una reunión como podría suceder en cualquier castillo, casa o apartamento. Una reunión llena de gente. De todo tipo de gente. Gente sencilla, gente alegre, gente con ganas de conversar, gente aburrida, gente carismática, gente presumida. A esta reunión llega un mago, un mago como ningún otro, con una magia que ni es como ninguno ha conocido. Solo que no se trata de un mago, sino de un cuentacuentos. Un cuentacuentos que, además, planea una venganza, y a trapa a todos en su historia y de su historia saca algo tan inverosímil como una espada de cincuenta años.
Por otro lado, merece un aparte la construcción del libro como tal, puesto que La espada de los cincuenta años sin ser un cómic o un libro infantil, mantiene un diálogo constante con las ilustraciones, que no son a pastel o acuarela, sino bordados. Bordados con hilos, como los que hacían las abuelas. Hilos que, además tienen una relevancia importante en la historia.
Y, con todo, el libro de Danielewski tiene el sabor de los cuentos de antes, de los de hadas, de aquellos que nos gustaba que nos contaran cuando éramos niños; de aquellos cuentos que perduran para siempre.